reinventar el formato
Al manipular el encuadre, no se trata tan sólo de "corregir defectos". Se ha dicho ya que el encuadre es una de las bases del discurso fotográfico: reencuadrar significa tener la opción de contar las cosas de manera distinta. Pensemos en la imagen de un niño reaccionando con entusiasmo al gesto del adulto que lo acompaña. Puede ser una imagen interesante.
Sin embargo, si reencuadramos eliminando la presencia del adulto y nos centramos en la expresión del niño, quizá obtendremos una sugestiva fotografía, un "estudio de expresión" que sorprenderá porque quien la vea no sabrá "qué está pasando": verá tan sólo el rostro emocionado de una criatura en pleno estallido de júbilo.
Pensemos, también, en la expresividad del formato. Más allá del rectángulo siempre igual de las fotografías convencionales, el cambio de formato aporta nuevos significados: el formato panorámico, elegante y estilizado, es una buena herramienta para describir paisajes, mientras que el formato cuadrado aporta solidez y equilibrio a la composición, centrando la atención del espectador en los retratos. Con las facilidades de manipulación que ofrece el software, sólo se requiere un poco de tiempo y práctica para desarrollar espíritu crítico.
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